Estuvísteis aquí


No es la primera vez que espero gente a cenar. Pero sí es la primera vez que invito a todos juntos.
No todos vinísteis. Pero sí los que me aprecian. Algunos sólo un instante.



Podría haber hecho una cena de empresa, como las que se ofrecen estos días con carácter paternalista entre empleador y explotado.



En mi caso esa opción era inviable: sólo tengo un empleado
… y un reportero desquiciado (por la guerra y el alcohol) al que he tenido que alojar en mi casa ya que no hay hospital que haya querido poner personal  al servicio de sus alucinaciones y crónicas inverosímiles sobre islas, cocos, huidas, perros aplatanados, brasileños…
Él no lo sabe pero algunas de esas alucinaciones han sido fruto de los sedantes que le he tenido que suministrar (lanzándoselos a distancia prudencial como si fueran cacahuetes, no cocos como decía él)  más que nada para poder hacer vida normal y dormir tranquila.

La invitación no decía mucho. No era necesario dar detalles. Quien quisiera venir, vendría.




Para que la velada resultara cómoda, dispuse una larga mesa central con bandejas de canapés dulces y salados, ahumados, virutas de jamón ibérico, almejas y mejillones en jugosas salsas, crustáceos dispuestos en poses sumisas para dejarse morder y chupar, -poniendo a prueba las habilidades succionadoras de cada comensal-, huevos marmolados, frutas caramelizadas… En fin, platos variados para ir picando mientras se intercambian palabras y miradas y todo ello regado con aromáticos vinos frescos, blancos y rosados, además del cava que, servido muy frío, culminaría la noche a la hora de los postres.

Uno de los primeros en llegar me obsequió con una caja de marrons glacés - para degustarlos en la intimidad de esa noche, me dijo-.  Lo dejé hablando de las excelencias del  jamón ibérico con el reportero, que no paraba de solicitar mi atención alabando mis cualidades de enfermera.

El más joven de mis invitados entró aterido de frío.  Su abrazo emocionado me avisó de la inminencia de un beso por lo que ladeé un poco mi cara para ofrecerle mi mejilla. Pero los movimientos estaban desacompasados así que nuestros labios se chocaron brusca e inesperadamente y los retiré al comprobar que su boca se entreabría al entrar en contacto con la mía.
Sus ojos me miraron suspicaces mientras bebía un sorbo del Oporto que le serví para que entrara en calor.

Mi único empleado venía cansado de la mina. Reconozco que le pago poco y él cumple diariamente. Como premio a su eficacia le propuse un masaje que no  rechazó, aunque tuve que parar en el último tramo para que fuera al baño  porque, en vez de relajarse,  se excitó. El de los marrons glacés aprovechó entonces para sustituirlo, diciendo que tenía un tirón cervical, pero la campana me salvó y fui a abrir la puerta.

Algunos componentes de Gudariak entraron discutiendo sobre la última misión. Habían gastado toda su munición y querían  reponer vitalidad con algunos canapés. Respiraron aliviados al ver que no había más féminas entre los presentes, pues venían hechos unos zorros. El capitán me acorraló en el pasillo para recordarme que tenía pendiente el pago de los tanques que me envió el otro día. Me hice la loca. La forma de pago no era la habitual.

La cosa empezó a desbordarse cuando llegó el del palet con botellas de cava y las empezó a descorchar y vaciar en mi bañera. Hubo quien dijo que él no había traído bañador pero que aquella situación le resultaba emocionante, siempre que yo me metiera también en aquella semipiscina de burbujeante líquido. Otro, sorbiendo el cava de la bañera con una caña, dijo que era más emocionante verme  bailar sobre la mesa, prometiendo que no se agarraría a mis muslos como en aquella otra ocasión.


Apareció mi ejefe en el umbral del baño.  Detallista, como en los viejos tiempos, me obsequió con una orquídea y me rescató por un rato para charlar a solas. Sentados en un sofá, rememoramos aquellos días pasados en los que  yo no tenía techo pero me acurrucaba a escondidas en su bonito sofá de piel .

El albariño corría a cargo de un gallego entrañable que siempre dice estar de vuelta. Uno, tocando una gaita, me saludó a lo lejos. Aquel  informático loco llegó muy alto en la escala militar en otras eVidas.  El caballero morado también estaba con ellos. Había dejado su guarida y vestido con traje y corbata me dijo al oído: "No te preocupes, Lantanique, seguro que él también vendrá."

Me fui hacia la cocina para preparar más canapés y con ellos en la mano te abrí la puerta. No venías para quedarte. Venías  para decirme que no te volviera a enviar nunca más invitaciones a cenas de ese tipo, que tú ya ibas a otra más exclusiva. Dándome un abrazo me pediste que no me enfadara.



Siempre tan cumplidor. Me aguanté las lágrimas porque ya no se merecen  y  cerré la puerta. Fue entonces cuando caí en la cuenta de la falta de mujeres en esa reunión. Sin duda todas estaban en la tuya.



Me recuperé con una sonrisa al oír a mi espalda “Cherry Chritsmas Lantanique” en boca de aquel tipo vestido con chupa negra, pantalones pitillo y zapatillas Convers, quien me envolvió con un suave aroma a ¿¿¿ Cavin Klein???

Cogiéndome de la cintura y arrastrándome hacia la habitación, como quien no quiere la cosa, otro de los invitados me preguntó por mi ropa interior. Para zafarme  le dí a probar lo primero que alcanzaron mis manos de la mesa y viendo la manera en que succionaba la almeja cogida al azar,  apuré mi copa calmando así el desasosiego que su lengua me produjo.

Me soltó al escuchar el  revuelo que montó otro de los asistentes repartiendo setas  y gritando como un predicador: “Meteos a reinos renacientes, que le da mil vueltas a este juego. http://www.losreinos.com/ “



No sé si por la  euforia de las setas y el alcohol o el comportamiento de  algún invitado depravado, pero así me encontré al que vino vestido de Papá Noël.


Sintiendo  las risas de Luna, Arrak, Ithilwen y  Martu más bien creo que fue un acto de dulce venganza de esas antiguas diosas que son mis amigas. También estuvieron aquí, rodeando al caballero morado que no paraba de llenarles las copas y,  por cierto, se estaba poniendo morado.



Mientras todo eso pasaba,  desde una de las ventanas del salón, te ví llegar. Observé todos tus movimientos desde que te bajaste del coche. Te aproximabas a la entrada con paso tranquilo y la mirada fija, aparentemente seguro. Tardaste un poco en llamar y como te perdí de vista, temí que te hubieras vuelto.

Me gusta cuando me saludas con ese “buenas noches, Lantanique”.  Y no sé si fue lo que tomé, o el bullicio de la gente, o el estar sentados en un rincón mirándonos a los ojos, pero no recuerdo de qué hablamos, ni sé exactamente por qué te tuviste que ir. Sin duda, las circunstancias no fueron propicias, pero estuviste aquí, aunque fuera un instante.



De refilón ví a mi amigo efímero hablando con el del pez tatuado.

Me quise acercar a ellos pero entonces apareciste tú.  Por detrás,  me tapaste los ojos y pusiste un bombón con licor de cereza en mi boca. Presionaste con el dedo para deslizarlo dentro y te reconocí. Estábamos en los postres y  los habías traído especialmente para mí, igual que aquella noche en una  habitación de hotel.

La gente alrededor bebía, bailaba, algunos incluso discutían. Y  tú, con tu mano izquierda tapándome los ojos y la derecha acariciando mi cara me tarareabas al oído esta  canción

No sé cuánto duro ese momento.¿3:33’?

Me metí en mi habitación, ajena a todo y a todos. Me descalcé. Me desabroché el vestido. Me saqué las medias y me tumbé en la cama.
Mirando el espejo del techo fijamente os fui viendo venir. Me arropábais y os quedábais conmigo, acurrucados bajo mi edredón: Eligius, Orbital, Pikoro, Espaugyl, Hikoki, Buitrago, Bulldog0, Anarion, monacheti, LluisPomar, slaad, Shamzhabel, AlmiranteChurruca, José-vk, Spanish Power, sandor marai, Pendergast, Camdrecot, Vokchan, Kouzka, Galizalivre, Política Basura, rodrigodva, joelgallego, supersofi ,robferdinand, xavigj, Duke, Bruno, Mojo, robederrimo, Avutardo, Didac Martí, Gurocall, Derviriles, yuan28, Alceo, Sumsura, Sombrax… incluso ví a Reiak, aunque muy desdibujado porque el sueño me vencía. Creo que le dije algo en sueños para que entendiera que la Navidad había sido la excusa de este relato masivo.

Resumen para Ballantines, el taxista pulpo que no pudo estar porque tenía servicio esa noche:








Viaje por los paraísos mentales




Day 1466 of the New World

Cada semana espero la llegada de Lantanique a nuestro local en el foro para asistir a la reunión de jueces y votar por los mejores artículos semanales. 
En algunas ocasiones nos hace reír con las denominaciones que utiliza para clasificar algunos textos, tipo: publicidad encubierta, oda al amigo, consejos bricosubsistencia  (que es como cataloga a esas  guías del  “tú también puedes conseguirlo como yo” o  el “te-vá- a forrar- sígueme”.  
Por mucho que le hemos explicado que se acepta todo artículo recibido porque el objeto del concurso es  mejorar el módulo periodístico, incentivando el acto de escribir, ella no acaba de entenderlo. O si lo entiende, no lo comprende. 

Yo disfruto con sus comentarios y más si los escucho  de su boca , mirándola a los ojos. Por eso me alegro cuando la veo venir. 
Hoy el viento le revuelve el cabello y su gesto airado le da un aspecto de medusa mitológica. 

Algunos mechones se le rebelan como la hojarasca caída de los árboles,  y la luz del día les da una tonalidad otoñal, acorde con el ambiente que se vislumbra desde mi ventana.








Pero hoy no traspasa la puerta. Se queda en la entrada  y, con el localizador en la mano, la veo dar media vuelta y alejarse deprisa. 
Se la lleva el viento y se me escapa la ocasión de pedirle una cita como aquella otra vez,  hace más medio año.

 Day 1241

“Se estaba retrasando pero casi lo prefería  porque así la ví llegar con aquel contoneo apresurado. Avanzaba calle abajo a paso ligero e  inseguro. Sus tobillos hacían doble esfuerzo para no torcerse y mantener el equilibrio.
En principio la había convencido para tomar algo en aquel local donde la cité, pero le cambié los planes por una cena íntima en mi casa, sin posibilidad de rechazo: velada al aire libre con canapés, vino de aguja, música ambiental…todo adecuado.
Recuerdo que hubo momentos de silencios por lo que decidí aprovecharlos y, acercándola hacia mí, haciendo el gesto de bailar con ella, la senté en mi regazo. 
Todo se sucedía más rápido de lo esperado y  me encontré comiéndonos a besos, la  cara, los ojos, la nuca. Recuerdo cada movimiento, el olor de su pelo y hasta su respiración pero no recuerdo cómo fue que nos vimos en mi cama. Ella boca abajo, mi cuerpo sobre el suyo, mordiendo, chupando, buscando con mis manos  los pechos, acariciando la cintura, bajando hasta su sexo, jugando con él.
Me acoplé a ella convencido de que se quedaría conmigo toda esa noche. Mis palabras quisieron alojarse en su mente igual que lo hacía mi sexo en el suyo,  por eso no paré de susurrarle al oído: Quédate esta noche, Lantanique, quiero verte disfrutar, quiero f….”

Una voz me saca de mi ensimismamiento, gritándome que empezamos la reunión sin ella:  Ha dejado sus votos y un adiós en el buzón.

***

Cada noche Lantanique se despide del eMundo con sus “hasta siempre” dirigidos a todos aquellos que la aprecian.


No quiere que la olviden y los admins, que lo saben, cada día inventan algún contratiempo para no dejarla marchar.

El localizador parpadea  emitiendo un mensaje flotante de S.O.S. 
Como si esas siglas tuvieran algún poder hipnótico, impulsada además por fuerzas ajenas, (dígase viento que te lleva de lado a lado y no te deja discernir, o dígase deseo de cosas imposibles, pues  la esperanza de un reencuentro con el de la habitación 133 siempre está en su mente),  Lantanique  no opone resistencia y en un abrir y cerrar de ojos se encuentra camino de Brasil, al menos eso dice su localizador.

***

Que no progreso adecuadamente ya lo sé, pero que me obliguen a avanzar en mis progresos trasladándome de forma imprevista y automática sin dejar ni que me cambie de ropa, es algo que clama al cielo.



Vestida para la fiesta del concurso periodístico, con medias de rejilla carísimas, me encuentro dentro de la cabina de un camión, circulando de manera atropellada en medio de una jauría de PERROPLÁTANOSSSSS.


Seguro que estoy soñando, porque todo esto no es normal.
¿Qué hago yo conduciendo este armatoste  si a mí me  ATERRORIZA conducir? Estoy soñando, seguro.

Me intento concentrar imaginando que fulmino marcianitos con la Nintendo.  Así que, chillando y dando  bandazos al volante de aquella lata con ruedas,  intento esquivar el máximo posible de chuchos amarillos que se interponen en mi camino con sus ladridos histéricos.
Pido perdón a cada uno de los que dejo aplatanados en el pavimento, bajo las ruedas de esta lata ambulante,  porque me parece que sus ladridos eran consecuencia de mis gritos.

¿Por qué llevo un vehículo de distribución de refrescos y no un carro de combate, que sería lo suyo?   Estoy soñando, seguro.



No sé de qué me sirve pertenecer a Gudariak. Me siento abandonada a mi suerte. Voy sola a las misiones sin el respaldo de mi milicia. Nunca me dotan de material bélico ni me proporcionan tanques para mis incursiones.  A veces creo que me han aceptado para que dicha organización cobre una bonificación por acoger a mujeres con riesgo de exclusión (en este  eMundo todas lo somos, porque somos minoría)

Un poco más calmada me fijo en mi localizador que me indica el objetivo de la misión: Recuperar el cuerpo, con o sin vida, del eciudadano  Espaugyl, corresponsal de guerra perdido en algún lugar de este territorio brasileño.

Un video me da una idea del aspecto que este tipo debe tener tras varios días perdido en ese infierno y con síntomas de “delirium tremens” por el tiempo transcurrido sin probar ni una gota de alcohol.






“-Por fin doy contigo Espaugyl.  – le grito desde la cabina-. Sube, date prisa, y deja de intentar beberte esa piedra, ni es un coco ni tiene alcohol”.

Me mira y sigue hablando solo, relatando con voz temblorosa no sé que historia en su localizador:
 “Aunque el vehículo parecía parte de mi alucinación no me atreví a replicar a Lantanique, pues era ella, sonaba segura y autoritaria, además tengo por norma no despreciar una invitación así cuando quien te la hace lleva su uniforme de combate más apretado que los tornillos de un submarino y más escotado que un legionario (con las obvias y apetecibles diferencias pares).”


alucinación ocasionada por el delirium tremens

No me queda más remedio que ir a su encuentro y ayudarlo, pues parece alucinado.




Continuará ????





No progreso adecuadamente


Es inquietante recibir un mensaje de Halesios por medio de su fiel correveidile Platón.


Me pide que vaya a su morada privada, donde se ha trasladado para hacer los preparativos de no sé qué  celebración.

Me dejo  arrastrar hasta allí porque un vicio malsano me invade.

En mi fuero interno me domina la curiosidad. No es la primera vez que Halesios aprovecha esta debilidad mía para  acercárseme, aunque siempre con resultados negativos.
Me pregunto si solicita mi presencia para vengarse de la  jocosa situación en que se vio este verano, en el  velero, apurado por el insistente mareo que lo dejó sin consumar sus deseos. Todo por culpa de mi sangría de cava  y otras sustancias….



Casi se me escapa una carcajada al recordarlo, pero la ahogo en el justo momento en que se abre la puerta y Halesios, con una sonrisa cínica, me invita a entrar.

Me adentro en una gran sala con escasa decoración -y eso que el tipo está “forrao”-.
Domina el espacio un gran sofá verde -¿color pistacho o limón del Caribe?, en cualquier caso, color horrible- donde me hace sentar  y donde no sé cómo ponerme. Acabo con la cadera inclinada, apoyando una mano en el cojín del asiento y rasgando la tela con la uña (gesto que denota claramente  que me estoy inquietando).  Él se coloca en un extremo y visto así, desde mi posición ladeada, me hace sentir incómoda. No hay duda de que quiere marcar distancias.



El elemento discordante es Platón. Sentado  al otro lado, como convidado de piedra, pero haciendo de “vela”. ¿Acaso Halesios necesita guardaespaldas para hablar conmigo? ¿Teme que lo vuelva a  encerrar en el baño, como ocurrió en el camarote del velero?

-Ma chère lantanique (pronunciado con énfasis pero acariciando las sílabas: lantaníkkk) ¡Qué gusto me da verla! (uso de la "politesse"característica de los franceses).

La hipocresía en una norma social en este eMundo. La mayoría de eciudadanos la dominan a la perfección. Yo la acepto con benevolencia, asumiendo que es una actitud necesaria para la econvivencia. En los casos en que la practico, cometo siempre la torpeza de acabar siendo sincera, o sea, cruel a ojos de mi interlocutor.

Me propongo mostrarme cordial  y paciente, abierta a escuchar lo que Halesios tenga que decirme, sin el escudo protector que me caracteriza cuando intuyo que algo puede ir mal. Pero mis alertas se disparan cuando me lanza la primera pregunta.
-¿Cuál  es tu objetivo en esta eVida?

Platón mira de reojo mi dedo que  se mueve nervioso rascando la tela del sofá.



Intento responder pero Halesios me detiene y sigue hablando en tono paternal:
- No ansías medallas. No buscas reconocimiento por tus habilidades empresariales. No aspiras a entrar en el ámbito político ni militar. Tampoco te dedicas a crear multis, arriesgándote a que te descubran mis admins, como hacen otros por aquí. Lantanique: por no ser, no eres ni “troll”.

La estúpida mujer que hay en mí se empieza a bloquear y se le atropellan las ideas en la mente.
-Sólo quiero que me equieran.
-¿Cómo dices? – y Halesios endurece el gesto recordando lo esquiva y despreciable que se ha mostrado en las ocasiones que él la quiso tener.

Una especie de flashback lo transporta a aquella noche en el camarote. El mejor camarote de su velero. Tumbado a su lado la veía repetida en cada uno de los espejos que tapizaban las paredes de ese caprichoso camarote. Cuerpos lantánicos en diversas posiciones que lo mareaban… La puñetera embaucadora no dejaba de moverse.



-¿Por qué no puedes ser como el resto de eciudadanas? Ayudar a los nuevos acólitos como LolaMoreno o la desparecida Skaycita. Participar en política y economía como eBelinda. Luchar por tu ePaís como… como hacen todos. Pero claro, si tú hasta hace poco no sabías ni lo que significaban las siglas BH!!! “Marca de bicicleta”, decías, y te preguntabas para qué demonios luchaba la gente por una bicicleta en este eMundo.

La estúpida mujer que hay en mí se empieza a hundir y siente ganas de llorar.
Balbuceo que ahora pertenezco a una milicia, Gudariak , y que elimino a 25 enemigos cada día, o casi cada día.

- Producir, consumir y luchar. En eso se basa todo nuestro ciclo vital. No cumples las misiones. Nunca has hecho uso del acceso a “referrer”para invitar amigos, y eso que hace poco coloqué uno bien visible. Sencillamente, no te interesa traer nuevos seres a este eMundo, - cosa que algunas mujeres lo llevan innato en su código genético-.
Eso sí, tienes la puñetera manía de spamear el servidor con mensajes privados, distrayendo a mis admins, que se pasan el rato riendo con tus conversaciones.


Por tu culpa últimamente muchos de ellos han bajado el rendimiento y han causado graves errores en el sistema, provocando la ira de aquellos eciudadanos que sí se toman la eVida en serio.

En un intento de defenderme con algo más contundente le respondo que tengo un periódico y que la gente me lee. Que incluso este mes soy juez en el concurso periodístico de Sumsura.

-Mira chèrie, el módulo periodístico está puesto sólo para dejar que la gente se desfogue un poco. No es fácil ser Magnate de los Medios, esa  medalla que tú despreciativamente llamas  Media Mongul.  Fíjate, casi dos años aquí y sólo 188 suscriptores, mientras que otros en un solo día consiguen muchos más.
Personalmente, no me interesa que la gente se anime a escribir demasiado, sólo hago la vista gorda y permito trampas con los votos a aquellos que escriben banalidades. Es mejor que el vulgo piense poco. Tú piensas demasiado, Lantanique.

Me cruzo de brazos en actitud de aparente indiferencia. Pero sólo aparente porque todas sus palabras han ido horadando el muro de piedra con el que intento protegerme. Muro que se derrumba al decirme con un deje de desprecio: “Este eMundo no es para bordes encantadoras”.  Con su eterna sonrisa de amable hipócrita me invita a abandonarlo,  aduciendo  que no hay motivos para seguir más aquí.

En resumen:  Que no he progresado adecuadamente en todo este tiempo y no me he adaptado a las expectativas fijadas.

A la estúpida mujer que hay en mí el corazón se le hace gelatina.  Gelatina que se transforma en una especie de lava viscosa que busca salida y no puedo contener. Platón me alarga un pañuelo para que mis lagrimones no destrocen la tapicería caribeña.



Sujetándome por el brazo, en tono cariñoso, Halesios me acompaña hacia la puerta. Nuestra conversación ya ha terminado:
 -Eso era todo Lantanique.  Te informo, por si lo quieres considerar, que el eSuicidio está bien visto en nuestro eMundo. Pero si prefieres el anonimato progresivo no tendré inconveniente en concederte esa opción.



¿Por qué me miras así, Platón?
-No sé señor.  A Lantanique algunos la aprecian. Los admins la apreciamos. Tú mismo la aprecias, sino ¿por qué ese semblante de tristeza?
-Sí, es verdad. Esa borde encantadora… Vigílala Platón. No dejes que se vaya. Ni que haga una tontería.









De Milicias, Malicias y Molicies


Lo último que recuerdo claramente de la noche anterior fue a Orbital71 agarrándome por los muslos, con riesgo de tirarme de aquella plataforma  que tiene el bar de Unió Nacionalista para sus mítines políticos pero donde a mí me dio por subir a bailar bajo los efectos del alcohol.



De cómo ocurrió? Pues no sé.  Quizás tuvo que ver la euforia de pegar días antes en unas cuantas batallas, intentado aportar mi granito de arena para recuperar nuestros territorios de manos de los USAnos, que con gran facilidad nos habían engullido como si fuéramos cacahuetes.
Aquellos logros hicieron que me sintiera  “alguien” dentro de la milicia en la que acababa de entrar con el único deseo de terminar con mi eVida.

Y es que la eVida se me había hecho tan cuesta arriba que no veía el horizonte nada claro. Sin nada en común con el resto del emundo, me sentía tan sola que dudar ante  la petición de ayuda de los pagafantas de la milicia Gudariak me resultó absurdo, igual de absurdo que seguir esperando al que ya no volveré a ver más.



Gurocall, Bulldog00 y Guinovart gritaban arengas en el canal del irc, sin dar órdenes concretas. Como buen pagafantástico, Orbital71 me ofreció parte de su arsenal para animarme a combatir codo con codo. Mientras me lo pensaba, desaparecieron.  Entré en estado de ansiedad: yo, sin el petate hecho, sin billetes para el traslado. Peor aún, sin saber siquiera dónde tenía que ir!!!!

Metí a lo loco todo lo que consideré imprescindible: ropa interior (unos cuantos tangas cogidos a  voleo del primer cajón) bandas depilatorias, toallitas desmaquillantes, tampones para esos días del ciclo por si se te adelanta con el stresssss (¿super o normal?... bah , de todos), kleenex (paquetes individuales para cuando lloro deprimida y para el inodoro, - dicen de nosotras que parece que nos comemos los rollos de papel higiénico pero es que  ellos nunca lo reponen-) ,acondicionador de rizos “mediterráneos” (esto ¿qué significa, cuándo lo he comprado?), gel de baño con aroma a coco (si emuero que sea de manera higiénica y oliendo bien)…

¿Acaso no pueden entender estos hombres las dificultades que se le presentan a una mujer en el momento de salir por patas a la contienda?



Llegué tarde, claro, y con la lengua afuera,  arrastrando mi petate,  los dos bazookas y las no-sé-cuántas-armas que Orbital71 dejó en mi almacén.  Pero pegué y me cargué los 25 asignados por misión, por  lo que encima reuní  otro bazooka y una barrita energética para guardar, que a mí eso de coleccionar me gusta.

La euforia me hizo bajar la guardia y accedí a tomar algo con los colegas  en la taberna de los de mi partido UN.  Las cosas habrían sido diferentes si alguna de mis amigas me hubiera acompañado. Pero tuve que ir sola: una porque no aguanta pagafantas… otras porque no las localicé.

Ithilwen, enemiga acérrima de los adorables pagafantas, coloca sus codos sobre la mesa y mirándola fijamente a los ojos le dice: -cuén-ta-me- lo -to-do!  Y no me dejes con incógnitas tipo “¿y  si fue Eligius el que me dejó durmiendo en el sofá tapándome con una mantita”?

No, Ithil, me desperté con una bata encima. Y quien me dejó tapada no era un adorable pagafantas, pero sí puede que fuera un aspirante a donjuán que, te vuelvo a repetir, no es lo mismo que el aspirante a Casanova. No compares un ligón convencional  con un ligón de gama alta.

Ithilwen sale en defensa del  donjuán porque en su mente femenina pervive  el estereotipo literario del  “caballero español”. Todavía  no ha descubierto que el  hombre que la quiere sinceramente está bajo ese tímido pagafantas que hoy tanto le irrita.

Para Lantanique el donjuán que se pasea por este eMundo  está más preocupado por la cantidad que por la calidad, por la dimensión social que por la espiritual. En general, tiene su táctica estudiada: primero te asedia como pagafantas adorable. Te lisonjea, alaba tu persona:  eres genial, divertida, encantadora. Y cuando considera que con eso ya tiene ganada tu confianza  entonces te inyecta pequeñas dosis de desprecio (por aquella idea machista de que así atraerá más tu deseo).  El desprecio no es constante, sólo en los momentos necesarios, un tira y afloja para poner a prueba los límites entre el odio y el amor, cosa que, ciertamente, cuaja en la mayoría de mujeres.  Pero no en él, porque llegado el momento de culminar con una demostración más carnal, el tipo desaparece, con la cínica idea de un eEnamoramiento de otra presa posiblemente mejor. Y vuelta a empezar.
Un Casanova no desprecia a sus presas, las adora hasta el final. Culmina con ellas todo el proceso de manera más inteligente, por lo que el engaño fue bonito mientras duró.

Ithilwen y Arrak se miran entre ellas con cara de impaciencia y tarareando  un “tell me more” acallan tanta teorización banal, ¿a quién le importa eso si la eVida es un juego?

Mira, Lanta, fíjate en aquel pagafantas con la vecinita de turno – le dice Ithilwen - Si dieran medallas por pagafantear igual que dan por la habilidad económica que dice tener, sería un maestro.



La mirada de Lantanique se detiene en una figura que parece observarlas en la distancia y de pronto una frase le golpea en la cabeza: ¿sabes el tiempo que he estado mirándote antes de hablarte?

La mente rebobina hacia la noche anterior.



Recuerdo a Guinovart con gesto de atragantarse mirando, (ya le he dicho mil veces que se aprieta demasiado el nudo de la corbata). De UN no conozco a casi nadie.
Por no conocer no conozco ni al camarero, y eso que me sirvió mogollón de copas, ni a un tipo raro disfrazado con gafas de sol (¿¿¿Sombrax10????).
Sí que reconocí a Orbital71, ahogando el resquemor interior a base de tragos de gintonics antes de lanzarse decidido a la pista y aprisionarme con sus brazos.

-tell me more, tell me more  (qué pesaditas estáis, parecéis  la Olivia y el Travolta)

Pero es que a partir de ahí tengo un lapsus. Alguno de los del bar me debió llevar a casa. ¿Pero quién?  Ithilwen  pregunta cómo era el tipo. Ella conoce a muchos eciudadanos, pero en realidad quiere cerciorarse de que no fuese Sumsura el  que la acompañó.
¿Y si fue una mujer?- dice Arrak.

Recuerdo una carretera de curvas, sensación de vomitar por ese movimiento sinuoso, y la frase ¿sabes el tiempo que he estado mirándote antes de hablarte?



Recuerdo la suavidad de unas manos quitándome la ropa. Y, echada hacia atrás sobre mi cama, recuerdo el tacto de un cabello también suave y el contacto, húmedo y caliente,  de algo que me acaricia entre mis piernas.
Una mano aparta un poco la tela del tanga que llevo puesto. Ahora mismo  no podría decir si me excitaba más la lengua rozándome insistentemente o la goma de la tela que impedía que esa boca actuara con total libertad.

Recuerdo que me inmovilizó cogiéndome por las nalgas. La goma del tanga se había rasgado así que me alzó un poco para pegar mi sexo contra su boca. Y con la cadencia constante de la lengua, a veces temblorosa, a veces rígida, y unos dedos rozando mis pezones, los espasmos fueron en aumento.
 Pero no recuerdo más, ni siquiera el tacto de un miembro duro, ni penetrar, ni nada más.

Arrak me escucha y sonríe asintiendo, me coloca bien el pañuelo por encima de mis hombros, porque ha refrescado, y entonces es como si me volvieran a arropar con la bata de la noche anterior.

Nos quedamos calladas viendo pasar frente a nosotras al tipo que anda tras su vecinita, cargado de papeles, quizás preparándole su próxima campaña electoral. Y nos reímos al unísono pensando que en este eMundo hay dos tipos de mujeres: las vecinitas y nosotras.

 







El Bot no me come nada


Todos sabemos que la fórmula para mantenerse eufórico en este eMundo consiste en:  luchar , trabajar y negociar. Conseguirlo no es difícil si se hace con profesionalidad, diseñando la trayectoria a seguir, analizando concienzudamente los pasos a dar y comprometiéndote en todo momento con los objetivos fijados.

Yo sé que no cumplo nada de eso. Luchar, lo que se dice luchar, lucho lo justo. Y es que, en este aspecto, mi prioridad siempre ha sido  no embrutecer mi figura ni arriesgar mi evida.  Esto no significa que nunca haya conseguido un bazooka como premio a mis bélicas y bellas apariciones,( que sepan todos ustedes que yo tengo el rango de Lt Coronel, por algo será!).Trabajar sí, eso siempre lo he hecho, pero considero que no hace falta obsesionarse para producir en tropecientas empresas al día, como hacen algunos. El trabajo te hace sentir bien, es verdad, pero he notado que  las veces que no lo hago me siento igual de bien. 



Lo que no me hace sentir bien es el poco provecho que saco al aspecto financiero. 
He buscado la causa de mi ineptitud para los negocios y llego a la conclusión de que este emundo está hecho por hombres con unas reglas que yo no entiendo. Para empezar, no entiendo lo que me dice el tal Platón cuando me manda mensajes con palabras en clave, tipo “surprises” “rewards”.  Palabras que a mí no me dicen nada. Palabras que adornan frases revestidas de una ingenua positividad que yo no veo por ningún lado. Mirando sus mensajes se me figura el payaso yanqui al que tendríamos que apedrear como si fuera el hombre del  saco.


Tampoco entiendo las publicaciones periódicas  que ya casi no leo.  He llegado a un punto que no me aclaro ni con las guías-para-recién -llegados que las confeccionan  algunos eciudadanos con toda su buena fe y con la codicia por alcanzar la MM. 

Eso no significa que yo sea tonta.  No hace mucho un eamigo serbio quiso darme gato por liebre y, después de ser yo la que lo engatusara con mis sugerentes conversaciones, me dejó por imposible contestado con un emoticono de decepción al leer mi  “I’m not silly but tú sí que eres muy tonto creyéndolo”.

Haciendo un esfuerzo mental he llegado a aplicar el método heurístico con las reglas y estrategias que pacientemente me han explicado. Pero hay algo que se le escapa a mi intelecto,  si el bot es una especie de Ratoncito Pérez virtual que come cosas y te deja monedas a cambio ¿por qué a mí no me come nada? ¿Por qué?



Lantanique no encuentra respuesta  a esta pregunta mourínhica que ni un Punset llegaría a formular. Le queda  la opción de salir a tomar el aire y ahogar sus dudas en algún local de moda a base de cócteles de cereza hasta dejarlas flotando inofensivamente por los intersticios de su mente.

Divina de la muerte, desciende decidida por el túnel psicolédico que, interminable como el  pasillo del  metro, desemboca  en la entrada del local. 
En la puerta, un tipo con cara de camionero de la M-30 en paro le barra el paso sin ninguna amabilidad. Poco hábil para el escaneo discreto, la ojea de pies a cabeza. Parece no estar habituado a la anatomía femenina y se bloquea en algunas zonas, teniendo que volver a reiniciar. 


Ya en el umbral una ola rítmica la inunda por completo, atrayéndola hacia el interior. 



También la inunda el aliento carroñero del tipo que, con movimientos pélvicos, se le planta delante, hipnotizándola con el cóndor de colores fosforescentes que hay dibujado en su camiseta.

Desde la barra, con los brazos apoyados hacia atrás, Arrak observa la escena divertida. Le da un trago a su cerveza y sale al encuentro de Lantanique, dejando con la palabra en la boca a sus dos interlocutores, Guinovart y Orbital71, que llevan parte de la noche intentando convencerla para que milite en su partido.

- Cómo se  te ocurre venir con esa pinta?  
- Ein? Arraaaak! me alegro de verte. Humm, me puse lo primero que pillé.
- JaJaJa  Estás genial. Dame un beso, anda!

El tipo del cóndor practica su táctica de buitreo planeando graciosamente entre las dos, pero Arrak lo aparta sin miramientos para abrir paso hacia un rincón donde charlar. 
Guinovart y Orbital71 las siguen con la mirada mientras se ajustan la corbata.



Por lo visto esta noche el local ha reunido a diversos eciudadanos que se quieren hacer notar con la excusa de la pasada entrega de premios a la prensa. Es por eso que, a lo lejos,
Lantanique vislumbra al patrocinador Sumsura quien, acompañado por Ithilwen y Martu, no para de saludar y presentar al ganador de su preciado concurso prensa.

Arrak cree que Lantanique ha venido invitada pero la realidad es que, si está allí,  ha sido por  casualidad. Y con la mirada busca entre la gente para ver si acaso la casualidad le concede un deseo. 



Su mirada se cruza con la de Martu que nada más verla va corriendo a su encuentro.
- ¿Por qué no me dijiste que estarías en la eboda de Camh1? No te ví hasta el final.
- Me enteré en el patio de marujas del irc y me colé. No estaba invitada.
- ¿Te colaste en la eboda de un desconocido? Oh Lantanique, qué bajo has caído!  - le dice Arrak con tono burlón.
- Camh1 no era un desconocido. Y me acompañó Eligius para que no me sintiera sola.
- ¿Quién era la enovia?
- No sé, una con nombre de presentadora de televisión.

Lantanique explica cómo fue que se metió en esa eboda y cómo fue que, mientras él esperaba la llegada de la enovia, se acercó para felicitarlo  y éste la llevó a una zona apartada del canal para hablar a solas con ella.

- Ah … estabas en privado hablando con él, por eso no te ví, y por eso Camh1 tardaba en aparecer cuando empezó la ceremonia… y ¿por qué en privado?¿ qué te dijo?

Y entonces rememora la conversación con aquel que le pegó un tiro en la cabeza para que desapareciera de su eVida. 

- ...jamás paso por mi mente que vendrías a mi eboda
bueno de hecho pensé que estabas muerta, sin ofender...
- sí, una vez pensaste que me habías pegado un tiro en la cabeza pero sólo fue 
que me dí contra una farola
- odio decir esto pero... de veras ahora siento q soy yo el q se dio ese golpe
estoy conmocionado
- sí, ecasarse conmociona
- tenia mis razones, algo locas e incomprensibles para disparar, aun todavía no creo q lo entiendas
- no, nunca lo entendí pero bueno, te estoy distrayendo de tu eceremonia
- si de hecho, tu presencia me esta arruinando el momento y odio decirlo
siempre pensé que cuando llegara este momento de mi eboda
y no debería decirlo, pero, tenia la esperanza de que serías tú la novia
- nunca me lo pediste claramente
- pues no,  culpa mía, todo mi razonamiento me decía que te negarías
- pues si no me lo pediste claramente ¿por qué te comportaste como ofendido 
marchándote? aunque me hubiera negado, no me merecía ese trato.
- lo sé pero es que de verdad no lo entenderías[
- no lo entendería? es que me crees tonta?
- eras demasiado importante para mi y tenia q dejarte para poder dejarlo todo. Por qué has tenido  que aparecer :?( ... yo te eamaba a ti
- no me lo demostraste
-Tú no me dejabas hacerlo. Gracias por felicitarme 
- Adiós Camh1. No supiste apreciarme, pero eso da igual.
- Sí, supongo

El tipo del cóndor se engancha a la cintura de Martu y se aleja bailando con ella entre sus garras.

- Bueno Lantanique…  - dice  Arrak acariciándole el pelo después de escucharla- algunos tipos no saben apreciar a mujeres como tú.  Pero mujeres como yo sí ¿Por qué no me invitas a cenar algo en tu casa?

- ¿Comes de todo? Alguna cosa puedo improvisar. 

Arrak, creo que algunos tipos sí me saben apreciar pero de pronto un día se alejan diciendo  que hay cosas difíciles de explicar. Es como el misterio ese del bot, nadie me sabe explicar por qué no me come nada.  O en realidad lo que pasa es que la que no  sabe entender ni instrucciones ni mapas soy yo.







Postales Veraniegas


Llega el verano y todo es descontrol.  

En la época estival el ejefe cierra por una temporadita la empresa, suspendiendo de empleo y sueldo a Lantanique por “motivos vacacionales”.  Una cosa así sólo pasa en este eMundo pero Lantanique no se estresa. No le inquieta quedarse inactiva un tiempo. Ni siquiera le provoca curiosidad la propuesta de uno que le ofrecía  parte del sueldo en ESP y otra parte en visionados lujuriosos de su cuerpo fibrado  contoneándose por la pantallita de su localizador (lujuriosos o penosos, depende de su destreza y capacidad)


Sin embargo, la llegada de una invitación sin remitente sí que despierta su curiosidad, más que nada por la tonta esperanza de un reencuentro con aquel que antes la solía buscar.


Ilusionada por las “sorpresas inimaginables” que podían estar a punto de suceder ni siquiera se plantea los posibles peligros ocultos tras ese tipo de misivas.




Estudia con minuciosidad lo que piensa llevar como equipaje, siguiendo los consejos del mensaje: “….bikini  y ropa de baño, alguna prenda de vestir y calzado cómodo, protección solar de índice alto…sensualidad y ganas de pasarlo bien”


Lantanique sonríe satisfecha por ese toque perverso. Por supuesto pasa por alto el detalle de llevar sólo  prendas de vestir cómodas  y,  suponiendo que no todo serán  baños, excursiones y visitas museísticas, incluye además un vestidito algo llamativo,  por si acude a alguna fiesta.


La invitación indica un punto de encuentro en el puerto de la eciudad para dentro de un par de días. Así que, para no impacientarse con la espera, pierde el tiempo en la playa con baños de sal y sol.










El mismo mar de todos los veranos acaricia sus pies cuando se acerca a la orilla. El mismo mar de todos los veranos la mece llevándola hacia adentro. El mismo mar de todos los veranos la golpea cuando quiere salir, como castigándola por no dejarse llevar. El mismo mar de todos los veranos espera que se vuelva a meter en sus aguas para intentar,  en la próxima ocasión, que el vaivén de su lengua húmeda la moje más profundamente.


Desde la tumbona observa al resto de bañistas. A pocos metros de ella dos muchachos conversan espatarrados mientras se secan al sol. Uno de ellos explica, casi sin tomar aliento,  las predicciones que da este mes para los eciudadanos que estén bajo e Segno de Zoleno. El otro escucha sin decir nada mientras coloca mejor la cintura del  bañador para que se vea bien la goma del calzoncillo que lleva debajo, mostrando así que él cuida su miembro con prendas de marca (por suerte le quedaba limpio uno de Calvin Klein porque ponerse el de Nintendo resultaría jocoso)  





-Eligius, tío, deja de mirarte el calzoncillo y atiende mis predicciones para tu esegno. Por cierto, ¿sabías  que hay hongos que prosperan en áreas cálidas y húmedas, que se pueden desarrollar por fricción de las ropas y la humedad prolongada de la piel en la zona de las ingles y el escroto? Es el hongo que causa la tiña inguinal. Se puede contraer por llevar ropa húmeda y muy apretada.
-Calla, Lomus… vamos al agua?


Más a su izquierda un tipo, sentado bajo una sombrilla, lee muy concentrado un periódico. Lo curioso es que nunca pasa de página y no se sabe si tiene presbicia o miopía porque no deja de acercar y alejar la hoja a su cara. Quizás es un ejercicio que recomiendan en los gimnasios a lectores sedentarios o mirones pervertidos.

Cuando Lantanique se incorpora de nuevo para ir al agua, los brazos se le relajan y observa por encima del papel.






La violencia de las olas divierte a esas dos posibles víctimas de la tiña inguinal. 
Lantanique no para de colocarse bien las piezas del bikini que muestran zonas de su anatomía resguardadas del sol.  Las carcajadas de un par de chicas que juegan con un tipo en el agua le llaman la atención.  






El tipo, un pagafantas reencarnado, lucha por alcanzar a una  de ellas.  En la refriega, Lantanique vislumbra que también le asoma la marca del slip por debajo del bañador  y sonríe al ver que el mar le hace la mala pasada de dejarle parte del trasero al descubierto con un golpe de agua. Bajo el bañador, nuestro pagafantas reencarnado sólo lleva la tira de goma de un slip de marca, cosa que corta en seco la risa de sus vecinitas que van saliendo del agua mientras se miran impactadas.


No hay duda de que ese tipo nunca sufrirá de tiña inguinal pero al menos irá a la moda! 


Esas horas en la playa dejan el cuerpo sumido en una dejadez somnolienta que necesita reparo con una siesta. Tumbada en la cama, Lantanique relee fragmengos de los mensajes que ese misterioso anfitrión  le ha ido dejando para que no olvide la cita:
“…otro mordisquito ...estirando con los dientes un poco tu pelo rizado justito encima de tu sexo…Mi lengua descenderá sin prisa, lentamente, para que notes su rugosidad húmeda y tú te arquearás ofreciéndome ese botoncito duro que lameré de abajo a arriba, tocándote, una vez y otra, a golpecitos o aplastándolo sin descanso. Me gustará  notarlo duro … cogerte de las nalgas y apretarte contra mi …tu coñito en mi boca ...”




Opciones - Seleccionar todo –Borrar


Imposible que una cosa así se la envíe su ejefe. Tampoco es el estilo de  quien ella desearía que fuera. Pero la curiosidad la embarga y un día esa curiosidad la va a matar.





VOLANDO FUÍ, QUE ELLOS YA KEDARON (II)


En el capítulo anterior …

Mi  sombra-guía de la noche madrileña se perdió tras una mamita de pechos abundantes y caderas oscilantes que, con promesas de “papito ven que yo te cuido”, le hicieron recapacitar sobre la pérdida de oportunidades que comporta acompañar a alguien como yo, de menores dimensiones, aunque mejor proporcionadas.



Su cabeza pensante y su cabecita colgante calcularon posibilidades y debieron ponerse de acuerdo con aquello de: “el roce hace el cariño” por lo que como una sombra se alejó, hipnotizado por tanta carne mientras mascullaba obscenidades.



Resulta curioso comprobar  la poca capacidad de convocatoria que tiene entre nuestras eciudadanas un evento de este tipo. Me hace pensar que deben tener poco interés por el  género masculino pues dudo que sea cuestión de timidez, viendo lo que se cuenta y corre por los canales del marujeo y la prensa amarilla.

Tan poca mujer para intercambiar comentarios sugerentes, risas inocentes y miradas provocadoras hizo que algunos atacaran a la desesperada  (o se atacaran entre sí), mientras otros observaban y decían, con la boca pequeña, que "preferían cazar en solitario y no en manada".

Y es que la chica rubia de pelo lacio, siguiendo mi consejo, apareció divina y consiguió que los presentes, incluidos Sumsura y sus amigos, babearan a su alrededor.

Instantánea tomada con zoom, cuando aún algunos se sostenían en pie y antes de que otros acabaran vomitando en las aceras, lamentándose porque se tenían que despedir de la rubia del pelo lacio.



Para tranquilizar a Ithilwen diré que Sumsura lo único que se llevó esa noche fue el disgusto de encontrarse el espejo lateral de su coche totalmente arrancado. Pero es que ¿¿¿a quién se le ocurre tenerlo pegado con celo???

Sucedió que en un determinado momento de la noche,  con tanto cambiar de local, uno de los tipos fijó sus ojos en los míos y pareció decirme:
- Hola Lantanique . Va muy elegante esta noche ¿Por qué no me dijo que vendría? 

El juego de miradas se repitió varia veces y finalmente, temiendo  que me descubrieran, salí a la calle, (no sin antes dejar el vaso en la barra porque la camarera le estaba pegando una bronca al “informático loco” por algo relacionado con la bebida).

Fuera del local volví a mirar el localizador. Ya era Jul 17…. Pero él no recordó y pasó todo el sábado 16 sin que me dejara ningún mensaje. Sólo un mensaje habría bastado.





No dejo de ser una estúpida mujer con esa sensiblería estúpida que se deja llevar por detalles estúpidos y que, de manera estúpida, deja que las lágrimas se deslicen por su cara estropeando  su maquillaje y arruinando, estúpidamente, su imagen de mujer ridícula.





Tanta estupidez me hizo correr hacia el primer espejo retrovisor que encontré para limpiarme  el rimmel que me desfiguraba el rostro de forma penosa.  Y, justamente, fui a elegir el coche de un chapucero rácano que, por no gastarse unos golds en arreglar dicho espejito,  lo había pegado con celo!!!!

Disimuladamente dejé la prueba del delito colgando lastimosamente y me alejé un poco para que no se me relacionada con aquel incidente.

Del grupo ya no quedaba nadie.  Oí los gritos de Sumsura maldiciendo al cabrón que la tenía tomada con su retrovisor y a sus amigos intentando calmarlo.

Desorientada sobre el camino a tomar para volver al aeropuerto, abrí el localizador para pedir un taxi. Un mensaje entrante decía que me quedara, que tenía un plan hasta que saliera el sol. Que si tardaba era por un impedimento. Que lo esperara.


Pero no lo esperé. Hay ocasiones que se pierden. Hay ocasiones que otros aprovechan.

Un amante chupete es aquél que tranquiliza y consuela en los malos momentos pero del que no hay que depender porque te hace adoptar malos hábitos.
Pedir un taxi se estaba convirtiendo en un reto a esas horas de la madrugada con todos los garitos a punto de cerrar. La batería del localizador empezaba a flojear y  el pánico de pasar la noche por ahí se apoderó de Lantanique.
Ver a aquel eciudadano allí es como agarrarse una tabla de salvación. Hace poco que se conocen pero se fía de él.
- Dónde te llevo?
- A casa
- A la tuya o a la mía?

De cómo se encontró Lantanique en los brazos de aquel tipo dejando que pegara su cuerpo al suyo, mordisqueándola, aprentándose con suavidad a sus caderas mientras le gime al oído que le pida lo que ella quiera, mientras le introduce el miembro entre las nalgas como si la quisiera penetrar pero sin llegar a consumarlo, mientras le ordena que cierre sus muslos para que note lo excitado que está…eso es historia de otro relato.




VOLANDO FUI, QUE ELLOS KEDARON (I)


Estimada Lantanique siento tener que informarle del cierre de la empresa Trigos ya que no resulta rentable. Me complace por otra parte informarle que tenemos un puesto vacante para su perfil mejor remunerado en la empresa PUMPUMPUM en el diseño de tanques que estén a la moda. Espero una respuesta a la oferta.
Atentamente "el jefe"

Que mi ejefe me envíe mensajes en formato corporativo es poco corriente. De hecho, pocos son sus mensajes en estos últimos tiempos pero la  delicadeza de su gesto y el tono de sus palabras me han tocado la fibra, transportándome a aquella época en que me tuvo en nómina como operaria especializada.



Que mi ejefe me despida de esta manera tan diplomática, con el anuncio de mejora de empleo y sueldo para, en definitiva, ahorrarse la indemnización, me parece tan profesional  que no puedo menos que aplaudirlo.  He de decir, sin embargo, que no me extraña su decisión:  en bastantes ocasiones arrasé parte de su cosecha con la máquina segadora. Ya le dije que me da miedo conducir y que lo mío no era el campo. A pesar de todo, nunca penalizó esos “pequeños desastres”.

Que mi ejefe me busque otro puesto me demuestra hasta qué punto me adora. En mi nueva ubicación ya no trabajo sola. Lo triste es que,  para mantener un ambiente cordial y que no se generen conflictos, trabajamos en grupos reducidos, tal como dicta la normativa vigente:
no más de cinco empleados que, explotados pero bien remunerados,  harán las tareas de diez.
Halesios sabe de economía, mi ejefe también.

Que yo me sienta sola, eso ya es problema mío.

Es extraño este sentimiento de soledad en Lantanique teniendo en cuenta que nunca ha dejado de despertar interés entre los eciudadanos. Las tarjetas de presentación se acumulan en su buzón de entrada. Algunas, entre líneas, destilan un interés morboso por mantener un contacto más directo con ella, interés que crece o decrece según la intensidad de los mensajes y la impaciencia que a sus remitentes les pulsiona entre las piernas.  Alguno ha tenido que disculparse o cambiar su estrategia por las respuestas recibidas.


Y mientras sigue esperando lo que parece que sólo ella espera, se pasea por la zona de marujeo de la red social.
En uno de esos paseos su amiga Ithilwen se lamenta de no poder asistir a la Kedada que ha organizado su querido Sumsura. Últimamente ella está siempre de misiones mientras que él parece tener tiempo hasta para organizar fiestas.
Lantanique se compromete a asistir para explicarle las cosas que allí pasen, así que anuncia su presencia en ese  encuentro, con la oculta esperanza también de reencontrarse con él.

Durante los días de inscripción a la kedada la organización le hizo el vacío. Puede que Sumsura no quisiera incluirla en la lista de asistentes por miedo a que explicara cosas comprometedoras. Puede que algún eciudadano prefiriera que no fuera para que no se encontrara con otros…




Embutida en un vestido  negro, sencillo pero elegante,  me dirijo al aeropuerto.



El vuelo estaba a punto de salir pero con mi billete en mano me dejan embarcar en los últimos minutos. Por el pasillo del avión me desplazo como si estuviera dentro de un autobús buscando un asiento vacío (o alguien que me ceda el suyo) pues  el tintineo insistente avisa para que me abroche el cinturón.


Un tipo con la mano en alto  me hace señas para que me coloque a su lado junto a la ventanilla. Voy rápida por ocupar mi sitio pero el tipo es cojonudamente borde y no me facilita el que pueda pasar hacia el asiento así que, dándole la espalda, me deslizo moviendo mi culito a la altura de sus fosas nasales por las cuales exhala un aire cálido que traspasa la tela del vestido hasta mis partes más íntimas. Lo miro de reojo, algo incómoda por esa actitud tan poco educada.



Cuando me dispongo a escuchar música para no dar pie a conversaciones indeseables, el  tipo me aborda con una pregunta que me hiela la sangre:  -  ¿prazticas sezxo anal?

La inseguridad se apodera de mí al descubrir que comparto viaje con uno de esos trolls que vagabundean por eEspaña, pero respiro hondo al ver quién es y mirándolo fijamente a los ojos le respondo impertérrita:
- Dicen que va muy bien para sacar los tapones de cera del oído, pero yo, aunque digan que es menos excitante, en este caso  prefiero ir al otorrino.

Después de oírle farfullar varias obscenidades más, noto que cambia de estrategia  y me pregunta con acento “josébono”y poniendo énfasis en la o:
– “me jódias???”

Intento deducir si está utilizando el presente del verbo odiar o una forma mal conjugada del verbo joder: - ¿jodias de odiar, o jodías de joder?

- ...me has jerido tanto encanto!! mira que eres muy malota
- a mí también me "jiede" que me hables tan suciamente
- ez ke no sem komo pedir diszculpas.....zoi un zer mui jumilde en el fondo y me ponez muy cashondo y no ze komo exprezar mi emosiom zin kaer en lo vorde y lo gilipollaz...tu zuperioridad me akompleja y me jase zentí inferió...miz deseoz por jacerte de muá zon bonitoz pero komo zoi burro ...lo bonito de penzamiento ( komo zoñá jacerte el amó tiernamente en un lugar lejano en el juniverso frente a la explozión de una nova....) ze konvierte en bulgaridad ke hazta mi me javerwuenza...snif...snif...yo zoi azím...snif...snif...¿me dejas poné mi sufrida kabezota de memez en tu pesho? solo dormiré un ratito...

Dejé que posara su cabeza en mi hombro para que se callara el resto de vuelo y así poder disfrutar de las canciones que algunos eciudadanos me regalan.



Pero la amabilidad con un troll tiene consecuencias. Nada más pisar tierra una sombra me persiguió diciendo que lo hacía por mi bien, para cuidarme y servirme de guía.

Dejar que me acompañara fue provechoso porque mi sentido de la orientación es nulo. Nunca entiendo los mapas y siempre voy en dirección contraria.

Cuando llegué al punto de encuentro ya no había nadie y si no llega a ser por el troll jamás habría encontrado la zona de molicie nocturna.



Supe que estaban en aquel local porque en la puerta de entrada ví al  "informático loco" fumando. No me reconoció. Hace ya demasiado tiempo que me despedí de él haciéndome pasar por su chófer, cuando se trasladó siendo  Mariscal de Campo.
Momento para el recuerdo

A pesar de ir divina de la muerte sé camuflarme bien entre la gente y  con mi cámara asomando por el bolso fui cogiendo, como pude, algunas instantáneas. Espero que Ithilwen no me reproche la mala calidad de ciertas imágenes ni que mi objetivo inmortalizara detalles que quizás no le interesen:  “el modelo presenta pantalón pirata blanco a juego con las bambas aportando un toque de color esa bonita camiseta azul celeste, propia de la época estival y muy adecuada para kedadas informales”.



Mis ojos estuvieron atentos a todo lo que vieron, esperanzados en encontrarse esa noche de sábado con los de él. Pero yo no lo ví. Y mientras el  grupo cenaba y reía ajeno a mi presencia,  miré mi localizador por ver si, aunque fuera a última hora, había recordado lo del sábado. Pero no se acordó.



…. Continuará…..