Modérame esta lengua, please!


Dicen que hay nuevos admins escogidos para mejorar las cosas en este eMundo.


Dicen que realmente trabajan bien porque ya han mostrado a los eciudadanos algunas de sus creaciones.

Y miro el mapa tan bonito que se despliega como una cortinilla de ventana de tren. Pero a mí me da igual. Nunca bajo esa cortinilla. Yo no entiendo los mapas.
Y desvío mi vista hacia el buzón de mis suscripciones.
Busco las publicaciones que en otro momento consideré interesantes. Y no las encuentro.
Echo un vistazo a los artículos seleccionados por los entendidos. El muestreo es claramente decepcionante. Encabeza la  lista el del  “pa chulo mi pirulo”, manteniéndose en primer lugar frente a algún que otro concurso y consejos varios.

Dicen que los nuevos ojeadores trabajan rápido eliminando aquellas noticias o asuntos que puedan resultar perniciosos o de interés cero para nuestra sociedad.

Dicen que algunos documentos desaparecen porque son reportados. Pero nadie se atreve a preguntar por el chivato que los “reporta”.

Reportar? Me pregunto hasta qué punto esta palabra debe ser tomada como sinónimo de algo denunciable y eliminable.

En todas las sociedades, el chivato, el traidor, el envidioso tiene que existir. En muchos casos existe bajo el anonimato. Pero en todos los casos es alguien cercano.

Yo lo imagino como un tampón de protección higiénica: No se nota pero va absorbiendo (las mujeres saben a lo que me refiero). Lo veo como aquel MODosito del barrio, desapercibido, que no levanta sospechas. MODelo de lo que está bien. Acechante para “informar” de lo que está mal, con la sana intención de que todo parezca limpio y seguro.


Sería loable que en este eMundo se categorizara  esa condición de “ciudadano tampax” ofreciendo una nueva medallita al mejor MODosito del  lugar. Al fin y al cabo, se encarga de absorber toda la suciedad.



Mas, si dichos “tampones” se colocan mal, producen molestias.


Reportar para criticar, censurar, reprimir, castigar y deportar. ¿Acaso no resultan más reprobables aquellos artículos que ilustran sus textos con imágenes y palabras alusivas a deficiencias psíquicas o físicas sólo por hacer mofa de alguien?  O aquellos otros que se nutren de pantallazos sobre conversaciones personales, pavoneándose de haber escrito algo revelador y digno de ser votado?.

Dicen  que ciertas imágenes son indignas porque atentan contra la moral. Mi inteligencia no reconoce la moral que ellos defienden en las que podemos ver colgando por ahí.


Pero qué se puede esperar  de un lugar que, por un lado alienta ese tipo de misiones y por otro anima a que las féminas enviemos nuestras fotos más provocativas para participar en un concurso de ¿misses?

Si juntamos los concursos fetichistas de pies con los de féminas escasas de ropa se puede llegar a disculpar que los MODs no alcancen a discernir lo bueno de lo malo porque se ponen ciegos de lujuria. Reportar vendría a ser justificable como acto de contrición necesario.


Estamos en un entorno de marujeo y cotillas de portería, puritanos de doble moral, y rastreadores de spam.  De mí también se habla.

Dicen  que he cambiado. Que ya no soy aquella mujer que llegó perdida, sobreviviendo sin techo y pendiente de su ejefe.  Aquella que siempre esperaba.



Dicen  que se me pasó el tiempo de licores de cerezas  y que todo se quedó en una resaca.
Dicen  muchas cosas. Que soy rara. Que doy miedo. Una extraña flor, mezcla de sol y temporal (como dice una canción) que provoca descontrol y malestar.


Dicen que alguno dejó  de hablarme porque nunca terminé aquel cuento. Aunque otros dicen que realmente me borró de su eVida por temor a que lo terminara.
Y también dicen que algunas noches sueña con que se lo vuelvo  a contar.

¿Me sientes ahora?

No la veo pero la escucho. Tengo los ojos tapados pero la siento a mi lado.
-“Yo no te digo ni que sí ni que no, sólo te digo que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa”… - me dice, acercando su boca a mi oído para iniciar ese juego con estribillo recurrente y prometedor de un final lujurioso.
-Cuéntamelo venga- y deslizando su  lengua por el cuello me lo vuelve a  preguntar: “yo no te digo ni que sí ni que no pero quiero que me digas si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa…
-mmm… No sé qué me haces pero te escucho con atención.
-Te voy a morder la barbilla –me avisa ella con la voz un poco sofocada y me pregunta de nuevo si quiero que me cuente el cuento de la buena pipa.
-Siiiiiiiiiiiiiii…. Respondo con la voz ronca. Sube hacia mis labios, rozándome con los suyos. Y  la escucho repetir  lentamente que si quiero que me cuente el cuento de la buena pipa.

Llegados a este punto mi mano toca una de sus piernas y acariciándole uno de sus muslos se me ahoga otro sí que surge como un lamento porque ella presiona su boca contra la mía. Y cuando tengo su lengua  dentro aprovecho y se la muerdo para que no me siga preguntando lo mismo.

Modero su lengua con el movimiento de la mía que choca con sus dientes jugando,  al tiempo que mis dedos rozan el tejido suave de su ropa interior y se adentran, en un sube y baja rítmico de caricias mezcladas con el ronroneo repetitivo de “quiero… cuento…. la buena….pipa”.

Su cara se aparta de la mía. Arrodillada sobre mí, posa un dedo en mis labios y la vuelvo a oír persuasiva: …dime que te cuente el cuento de la buena pipa…

- Que sí!– le digo en un susurro impaciente. Y se lo chupo mientras su balanceo ondulante me corta la respiración.



-¿Me sientes tú a mí ahora?– le pregunto yo a ella con mis manos agarradas a sus caderas. 
Y la oigo sollozar.




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