Ciclos Vitales

Día 1530 del Nuevo Mundo (28/01/2012 de la VR)




Debí haber sospechado que sus silencios escondían el síntoma de lo que iba a suceder. Pero ¿cómo podía imaginar que mi ejefe tenía intención de irse si siempre fue callado y discreto?


Si por mí hubiera sido, lo habría mantenido como mi ejefe durante toda mi eVida. Y no por  el sueldazo que me pagaba y por su carácter amable (eso ayuda, pero no) sino por una especie de complicidad que se creó a partir de nuestras conversaciones, caracterizadas por un tratamiento de politesse  que nos mantenía compenetrados.


Seguramente  le resulté graciosa en mi primera misiva. En un tono educado, aunque con sutil ironía, le pregunté si  acaso en su empresa el sueldo era vitalicio y sin incrementos. Su respuesta no se hizo esperar  y en un tono educado,  y además encantador, asumió el papel de jefe que desde ese preciso momento le asigné. 


Por aquel entonces yo no era muy dada a la comunicación verbal y, aunque ni siquiera sabía quién me respondía, me gustaba aquella interrelación. Mis misivas iban dirigidas a una organización, por lo que me complacía el tratamiento que nos dábamos y ese carácter misterioso que, por lo visto, a él tanto le gustó.


Tuvo que pasar algún tiempo hasta que adiviné que su nombre era Slaad. Y digo que lo adiviné porque en aquellos días se podía investigar y atar cabos con tan sólo mirar en la pestaña de amigos. Me asomaba a mi pecera y allí estaban todos, por orden de aparición y con sus datos personales.


Ahora eso ya no es tan fácil. Hace escasos días descubrí que todos mis peces nadaban en fila india haciendo círculos en la pecera. Unos brillantes y lustrosos, otros translúcidos y ajados.  Me espanté al comprobar que no estaban colocados en el orden con que mi memoria fotográfica los tenía clasificados.  Quien me metió en este eMundo ya no era el primero y el que ostentaba el puesto 222 ahora estaba en octavo lugar…




No soporto ver a mis peces pululando en orden alfabético. Me gustaba mi pecera abierta al mar y no esa pecera tipo zoo, mostrando especímenes con comportamientos maniacodepresivos que, como todos sabemos, abocan en la autodestrucción.


Mi ejefe, como otros eciudadanos, ha reaccionado de manera tranquila y bien planeada. Por eso me ha ido transfiriendo sus bienes, poco a poco, sin dramas, para que lo asuma yo también. Se me hizo difícil pero quise quedarme en su empresa hasta el último momento.


Generalmente  mis relatos están dedicados a los eciudadanos que salen en ellos,  porque forman parte de mi pecera, de mi eVida.  En el caso de Slaad, he de decir que si he llegado a ser la que ahora todos conocen, ha sido posiblemente gracias a él. ¿Cómo se habría dado a conocer Lantanique en este eMundo si no fuera por los relatos dedicados al “ejefe”?


Es por eso que le dedico esta despedida.  Y como no todo depende de mí, su presencia quedará para siempre impresa.


Es cierto que otros pocos eciudadanos son importantes para Lantanique.  De algunos también heredó cuando se fueron. Otros permanecen ahí aunque no lo parezca.


Suena el localizador. Es Anárion:
“Feliz ecumple, lantanique!”


Abro su regalo


Y es que hoy 28 enero, o sea, día 1530 de este eMundo, hace dos años que ando por aquí.


Espaugyl también me ha enviado un obsequio: 5 tanques Q6 (personalmente habría apreciado más un bote de Chanel 5, pero en fin…)




Hace un par de días me hizo llegar un contrato indefinido para trabajar en una de sus empresas. Quiere por todos los medios ser mi nuevo ejefe, y para ello pagará lo que sea. Según él,  es un empresario vocacional y no le importa el dinero. En el contrato todo está redactado en letra pequeña. 
Tendré que estudiarlo con detenimiento pues es de todos bien sabido que Espaugyl tiene doble personalidad, por lo que sus intenciones siempre van con segundas. 
A veces desaparece de la eCiudad con la excusa de un viaje de negocios para transformarse en un extraño reportero de guerra  que bajo los efluvios del alcohol pretende meterme en su cama.


“Estimada Srta Lantanique:
Desde este Departamento y especialmente desde la Dirección, le agradecemos encarecidamente su dedicación en esta empresa, así como su voluntariosidad a la hora de enfundarse en nuestro mono experimental transparente un 80%.
Tal como se acordó paso a enviarle su horóscopo diario:  El destino ha salido a tu encuentro. Tu nueva relación laboral oculta algo, el negarlo tan sólo será malo para ti, da rienda suelta a tus sentimientos jerárquicos, a tu jefe no sólo no le desagradará sino que probablemente te animará a llegar al siguiente nivel carnal…
Por cierto ¡Felicidades! Ha cumplido usted dos años en este eMundo, los regalos puede usted recogerlo bajo mis sábanas, aunque le adelanto alguno por donación”
Espaugyl
Amo del Holding Hispano Jerezano”


Mientras se funde en su boca el bocado con el relleno trufado de la tarta de Anárion, Lantanique piensa en estos dos años.


Quién le iba a decir que aquel día 800 sería el inicio de una eVida repleta de anécdotas junto a todos aquellos que la quisieron conocer. Aquella novata sin intenciones de pasar muchos días aquí (por lo que ni siquiera pidió ayudas a tutores ni leyó guías para una supervivencia con éxito), ha conseguido mantenerse indemne sin tener ni zorra de cómo funciona nada y  a, pesar de todo, ha alcanzado más de lo que habría esperado nunca.


Hacía el día 1165, es decir, hacia el 28 de enero del año pasado, su situación era la de una superviviente con nombre afrancesado de esa flor de Lantana con que la bautizaron, que intentaba evitar que Halesios la echara de allí contándole historias embriagadoras.


En esa ocasión pasó la prueba con éxito y Halesios la dejó marchar pero por poco no muere con un balazo en la sien a manos de un eciudadano dañado en su amor propio por su indiferencia.


Sin embargo Lantanique siempre esperó. Se ha pasado parte de estos dos años esperando, aunque sólo fuera para compartir unos escasos treinta minutos.


Y hoy, día 1530, 365 días después de todo eso, el  hastío ha ido haciendo mella poco a poco. No entiende demasiado lo que pasa a su alrededor, igual que aquellos primeros días de hace una par de años.




Slaad ya no está muy pendiente del localizador. Aún le quedan cosas que solventar antes de marchar pero sí ha abierto el último mensaje de Lantanique: “Jefe, me gustaría heredar ese bonito sofá de cuero negro que tantas noches abrazó mis sueños cuando aún no tenía un techo donde cobijarme”




Recostado en ese sofá, cierra los ojos y le parece sentir que la tiene allí, tumbada  bajo su cuerpo como algunas veces deseó. Sus labios recorren ese cuello delgado y se dirigen lentamente hacia su boca. Tiene los labios fríos pero el contacto de su lengua consigue penetrarlos, como si los derritiera. Una de sus manos acaricia parte de sus nalgas, las tiene frías también. Mirándola a los ojos le baja la cremallera del pantalón e introduce sus dedos poco a poco en esa zona caliente y húmeda mientras la oye susurrar: “jefe, no te vayas