No te preocupes pero... me has mojado


Abro los ojos y lo veo todo blanco.
Abandonados, un cuerpo  inerte en la camilla contigua y yo.
El cuerpo inerte tiene los ojos cerrados. Lo miro porque sé quien es y no entiendo qué ha pasado. Tampoco sé qué hago yo aquí.

“No te preocupes, Lantanique”
Parece que me ha hablado, pero me lo debo estar imaginando porque no ha movido la boca. Está un poco azulado. Creo que está emuerto.

El caballero morado que me acompaña en este box de hospital era mi amigo. Quizás estamos aquí juntos porque yo también me he emuerto aunque todavía no se sepa.
Mojo la yema de uno de mis dedos con la punta de mi lengua. Le intento borrar un surco que le ha quedado en la comisura de la boca porque no quiero recordarlo con una mueca de disgusto.
Dudo que el caballero morado se moleste por este gesto tan maternal. En lo más profundo de mi ser deseo que reaccione y se mueva, por eso le paso el dedo a ver si aparta la cara como los niños pequeños cuando les limpian los churretes.

“No te preocupes, Lantanique”
Cierro los ojos y los apretó para hacer añicos el lagrimón que se desparrama mojándome la oreja y la tela de la almohada.



Hace unos minutos avisaron a su eHija quien ha entrado diciendo que “Anarion aún no ha muerto, pero está en coma y no piensa salir”.

Sabía que era eViudo. Se quedó sin Adalia muy pronto. Pero no sabía que tuviera una eHija, y menos que fuera Ithilwen.
De eamigos también tuvo. Puede que en los últimos tiempos algunos lo decepcionaran… eJudas hay en todos los mundos.

Y aquí la amistad es tan voluble!  Recuerdo que hará un par de meses me llegó una petición de amistad. Mi falta de elegancia mediante el silencio ofendió a la persona que me la enviaba. Reconozco que soy selectiva en ese aspecto y al leer su queja me dí cuenta que, en aquella ocasión, me había comportado de forma extraña. Lo curioso es que, después de tanto interés por mi persona y entender los motivos de mi silencio y quedar todo aclarado y tenerla ya agregada, nunca más después me ha vuelto a decir ni hola.
No es que me preocupe. Si fuera por cosas raras más lo es el caso de un eciudadano que parecía encantado en mi pecera. Pensé que se había ahogado dentro de tanta emoción que mostraba al hablarme pero, de golpe, se quedó mudo y cuando quise saber me respondió que se había quemado la mano y que no podía saludar. Y yo pensando que le había dado un ataque de timidez!!!!...
¿Tendrá todavía mano?

“No te preocupes, Lantanique”
Giro la cabeza por si me dice algo más. Los gallegos son de pocas palabras.
Alargo el brazo y levanto la sábana que lo cubre. Sigue teniendo el mismo aspecto que en aquella  subasta organizada por el PoN

Era un día de febrero y  el ambiente estaba muy mojado.
“Al primero que ví fue a Anarion. 
Me saludó presumiendo mientras lustraba su piel con un aceite perfumado y, por lo visto, alucinógeno ya que Picias había enloquecido metiéndole los billetes por la entrepierna de su slip”.

“No te preocupes, Lantanique. Te doy la mano y te acompaño”
Cojo su mano para no sentirme sola aquí dentro, para ver si me dice boas noites como tantas otras noches, para ver si recupero el motivo por el que estoy aquí, para relatarle como en un cuento  plagado de tristura que yo también me iré sin hacer ruido, como él, cualquier día de estos, porque al que siempre espero ya nunca vendrá.


Cogida de una mano estoy en una playa. Entramos en el agua y las olas nos atrapan. Nos lanzan hacia afuera y nos mecen hacia adentro. El tipo que me agarra me avisa del peligro. Me habla de una torre y de un pasado incierto. Me repite al oído que busque en la templanza la clave de mi éxito. Y me deja una botella con un mensaje dentro.  Se vuelve hacia la orilla diciendo que esas olas le mojan todo el cuerpo y él sólo quiere mojarse la garganta.

Se va hacia el chiringuito y me observa en la distancia.


Y floto un rato sola pensando en sus palabras: “El sufrimiento pasado (Torre) ha creado un carácter fuerte (La emperatriz) que prioriza sus costumbres y su carácter sobre los deseos de Lantanique. Su presente (La papisa) en cambio es el aprendizaje amable de lo ocurrido en el pasado, que le permite tener un criterio (Los enamorados) acorde con sus deseos; no busca algo sencillo, sino con varias dimensiones, y es perfectamente capaz de verlo cuando se le presenta.
Ambos extremos están en conflicto, y debe tomar de cada uno lo necesario, puesto que la moderación (Templanza), clave de su exito en esta pregunta, dicta que si deja a su carácter decidir, nunca lo hará, pero si renuncia a él, dejará de ser ella.”

Me agarran la cintura. Me besan por la espalda. Me hablan al oído que no me mueva nada. Me noto una mano buscando entre mis nalgas.
Reduce su espacio al mío y en un baile armonioso, movida por las olas, me voy mojando por dentro.
Y me muerden la nuca cuando todo se acaba. Y me voy hacia la orilla, toda mojada.



“No te preocupes Lantanique, pero...



Y el caballero morado que veo ahora a mi lado ya no me dice nada. Siempre será un amigo que me estará escuchando.

eRIP 
11-1-2010
11-7-2012
No te preocupes, Anárion








No hay comentarios:

Publicar un comentario